¿Has notado lo bien que se siente estar cerca de las plantas? No es casualidad. Cuidar de una planta, ver cómo crece, cómo cambia… tiene algo profundamente terapéutico. La jardinería, aunque sea a pequeña escala, puede ser una de las actividades más reconfortantes para hacer en tus ratos libres. Y sí, también es perfecta para esos fines de semana en los que necesitas bajarle el ritmo a todo.
Más que decorar: las plantas también cuidan de ti
Numerosos estudios psicológicos han demostrado que interactuar con la naturaleza reduce los niveles de cortisol (la hormona del estrés), mejora la concentración y promueve emociones positivas. Pero no necesitas un gran jardín para sentir esos beneficios. ¡Tu balcón, tu cocina o incluso una repisa en el baño pueden convertirse en tu pequeño oasis verde!
El simple acto de regar, podar o trasplantar es una especie de meditación activa: te conecta con el presente, te invita a observar, a ser paciente y a celebrar los pequeños avances.

Jardinería = autocuidado
Muchas personas encuentran en la jardinería una forma de terapia sin presiones. No se trata de hacerlo perfecto ni de tener una selva tropical en casa. Se trata de crear un espacio que te inspire calma y te dé alegría.
Ya sea que te animes a plantar aromáticas como menta, romero o albahaca, o prefieras llenar tu hogar con suculentas y cactus fáciles de cuidar, todo cuenta. Lo importante es que sea tu rincón verde, hecho a tu medida.